Ignacia Rojas Philippi

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Cómo elegir zapatos de trekking para niños

Las zapatillas de trekking son el único medio de transporte en una caminata y si falla en el caso de los niños y los adultos las consecuencias pueden ser graves.

Un niño de 8 años adolorido que se niega a caminar no es algo fácil de resolver… son 25 kilos de peso que hay que intentar trasladar.

¿Comenzamos por los errores?

Sobreequiparse: ¿Va a subir el Aconcagua el pequeño o va a pasear por el cerro vecino? El bototo grueso, pesado, tieso queda perdido al fondo del clóset, se usa una vez y se deja al olvido hasta que un año después ya no cabe. 

Crecedores: mal ahorro comprar un zapato grande. Pie que rebota adentro de un zapato es un pie con ampollas. Ningún niño va a caminar así. El algodón en la punta, el doble calcetín… he descartado todos los trucos, ninguno funciona bien. 

“Te traje estas zapatillas”: El peor error. A los niños el pie no solo les crece, también les cambia de forma muy rápido. El procedimiento exitoso es el siguiente: se compran los calcetines de trekking (algo grueso y calentito para el invierno, uno grueso y respirable para el verano). Se llevan a la tienda junto con el pequeño caminante. Con paciencia zen se prueba cada modelo, cada número y medio número hasta dar con el par que acomode. Puede sobrar algo, pero nunca más de medio número.


¿Qué usamos nosotros? El ideal para niños más grandes y camineros son dos pares de zapatillas: uno para paseos livianos y otro más contundente, para frío.

El más liviano es respirable, una zapatilla deportiva para correr pero con calugas, “zapatilla de trail” le dicen. Son blandas, repelen algo el agua, fomentan el desarrollo sano de la pisada y de la columna, son flexibles, conecta con la naturaleza en todo sentido: si está seco el pie se empolva, si hace frío se siente… lejos mi favorita.

El otro par es un bototo, tiene que ser liviano, algo flexible, ojalá impermeable. Se usa en invierno, en alta cordillera, en lugares con mucha piedra suelta que requieren una pisada más firme. Sirven para mantener los pies abrigados y salvar cuando hay bajas temperaturas y una metida de pata a la orilla del río arriesga el paseo. Puede ser caña baja también, mientras sea un zapato firme.

No es necesario que sea totalmente impermeable, no tiene sentido si no van a caminar bajo la lluvia y si no tienen cubrepantalón que enganche sobre el zapato, porque la lluvia entrará como cascada por el tobillo… Además el riesgo de los impermeables es que, salvo los muy técnicos, no son respirables y el pie suele quedar tan mojado como en día de lluvia.

¿Y cuál es la solución práctica para salvar siempre? La zapatilla cualquiera con algo de calugas. Sirven para casi todos los paseos, salvo casos de frío extremo y agua. Elegir una de material más firme, ojalá con punta reforzada (esas de malla no duran nada, se raspan con las piedras). No asustarse si la zapatilla estaba en la sección “running” y la queremos usar para “trekking”. Esas especificaciones son para profesionales, no para uno, que sólo quiere salir a pasarlo bien.

El equipamiento nunca debe ser limitante para salir afuera. A veces estaremos más incómodos pero al final eso le da más sabor a la experiencia, ¿o no?

 

Cucao , Chiloé, Región de Los Lagos, Chile. @elciervovolante

*La foto de portada es en el sector Lo Valdés, Cajón del Maipo, RM, Chile. @elciervovolante