De queltehues y chunchos
Sobre biodiversidad, cuidado del mediambiente y niños que aman la naturaleza:
“Mira los queltehues” “Esos son pájoros” “Son queltehues” “No, pájoros”… ese era el diálogo de dos niños muy chicos que miraban por la ventana del auto camino a su jardín infantil.
Pensé que nunca es demasiado temprano para enseñarle a los niños sobre la naturaleza y traté de intervenir (aunque me callaron rápidamente, visto que apoyé ambas causas por igual).
Esa misma semana, la de los “pájoros-queltehues” salió el primer resumen del estudio más importante que se ha hecho sobre biodiversidad en el mundo. Desarrollado por la ONU, y firmado por más de cien países (incluido EEUU), la investigación logró poner de acuerdo cientos de científicos en el mundo que cruzaron información de miles de estudios y que ahora elaboran su informe final para explicar las malas noticias: la biodiversidad disminuyó un 20% el siglo pasado por influencia humana (por exterminio directo de especies o como consecuencia de destrucción a ecosistemas). Y se estima que esta tasa de destrucción aumente para 2050 como consecuencia del calentamiento global.*
Lo preocupante no es sólo que la próxima generación podría no conocer un nerval en estado natural sino que empieza a ponerse en peligro la vida humana. Se demuestra por fin científicamente lo que Humboldt planteó en 1850, que la naturaleza es un sistema, que cada ser vivo o inerte está relacionado con otros y que forman un organismo vivo que requiere cada pieza que lo compone para funcionar de manera armónica**.
Hay niños que saben esto, que han recibido información: son capaces de recitar animales en peligro de extinción, explicar la crisis de los microplásticos en los océanos, reciclar como profesionales. Pero nunca han visto un zorro (en la vida real, claro), no han escuchado un bosque mecerse con el viento, no se acuerdan la última vez que estuvieron acostados viendo pasar las nubes.*** Algunos, tal vez sin querer, educan en el cuidado del medioambiente desde el miedo, desde las tareas que debemos cumplir, con noticias terribles de sufrimiento humano y animal por los daños en los ecosistemas.
Otros pensamos que va a ser mucho más fuerte la experiencia en naturaleza para determinar el comportamiento de los adultos mañana. Si pasan suficiente tiempo afuera van a aprender cosas que no se ven NatGeo. Y si cada niño se enamora de un quillay, de un ciervo volante, de un queltehue y lo hace propio, tal vez se preocupe cuando empiecen a desaparecer.
*El primer resumen del informe, está disponible aquí aunque es más amigable la explicación del New York Times por acá.
** Humboldt escribió varios libros, muy famosos todos, pero creo que se entiende mucho mejor su visión leyendo un buen libro sobre él, que da contexto y explica sus teorías. “La invención de la naturaleza, el nuevo mundo de Alexander Von Humboldt” de Andrea Wulf cumple muy bien ese rol. (Disponible en librerías en Chile)
***Leí sobre un estudio en que le pedían a niños holandeses que escribieran una lista de animales nativos… Se encontraron con que sólo conocían algunos y la mayoría de los animales mencionados eran de países extranjeros. Agunos incluso nombraban sus mascotas o animales domesticados en el listado. (El estudio aparece mencionado en el libro “Last child in the woods”, de Richard Louv. Disponible en Amazon en inglés)
La primera foto es de Piedra Cruzada, en el Cajón del Maipo, RM, Chile. La última es del Parque Tantauco, Chiloé, Región de los Lagos, Chile. @elciervovolantechile