Cómo elegir una mochila porta bebé
14 años trasladando niños en la espalda, no es poco! Este verano nos graduamos por fin después de ver a nuestra hija menor caminando 12 km sin subirse nunca a su mochila. Probamos varias, las compramos, las regalamos, las amamos, las odiamos. Acá nuestros consejos para elegir una mochila portabebé sin arrepentirse.
Según material, posición, precio, peso de resistencia o incluso edad de la guagua, las diferencias entre las mochilas portabebé son tantas que confunden. No existe la mochila perfecta pero acá intentamos armar una mini guía para ayudar a decidir:
¿Mochila para llevar por delante o en la espalda? Hay que intentar tener a la guagua a la vista todo el tiempo y mientras más chica, más importante es esta regla. La idea es aguantar el máximo con la guagua adelante, ojalá mirando al porteador, para poder controlar en todo momento que esté bien. Cuando ya no resista perderse la vista hacia adelante (idealmente no antes de los 5 meses) se pueden girar, aún aguantando el peso por delante. Cuando ya afirman bien la cabeza es más seguro pasarla a la espalda pero idealmente con alguien cerca que pueda observarla. Algunos recomiendan no pasarlos atrás antes de los 9 meses, otros piden esperar hasta que tenga 1 año.
Las mochilas portabebé dividen principalmente en 3 grupos:
- Super flexible, fular de tela: mi opción favorita desde el parto, es simplemente un trozo de tela muy largo que se amarra de mil maneras diferentes. Se adapta a todo, fácil de acomodar, lo he usado con mis hijos para caminatas desde los 5 días de nacidos. Es barato y dura mucho. Hay infinitas clases en youtube para aprender a comprar la tela, cortarla y ponérselo, no es difícil. El único defecto es que al sacar la guagua queda algo incómodo y tiende a desarmarse, es lento para poner y sacar. Muy recomendable para paseos largos y para niños hasta los 3 o 4 años.
- Mochila blanda: para guaguas chicas, desde recién nacidas hasta el peso que resista indicado en la etiqueta. Se adaptan, la guagua va calmada teniendo contacto con el porteador. Normalmente están diseñadas para usarlas por delante pero algunas tienen la alternativa de ponerse en la espalda, lo que las hace útiles hasta los dos años o incluso más, aunque la verdad nunca nos acomodó ninguna mochila blanda en esta posición trasera. Es mejor que la tela cuando hay que poner y sacar la guagua muchas veces, el proceso es rapidísimo una vez que se adaptan los ajustes. Yo la prefiero para paseos más turísticos, con mucho sentarse y cambiar de lugar, también es la favorita para hacer las cosas de la casa y atender niños en paz, las guaguas aman estar encima de uno…
- Mochila con estructura de fierro: siempre a la espalda, normalmente para niños desde los 9-12 meses en adelante. Los fierros le dan algo más de espacio en una edad que quieren más movimiento y ayudan a distribuir mejor el peso. La edad máxima de uso la va a dar el peso del niño pero es muy difícil determinar hasta qué edad se usará, depende del gusto de cada hijo. Mis 4 hijos la dejaron a edades totalmente diferentes, una la usó hasta los 5 años y la otra a los 3 años prefiere caminar detrás de sus hermanos.
Una vez determinado el tipo de mochila necesario según la edad de la guagua vienen los consejos en base a la experiencia:
- No siempre la más cara es mejor: probamos una mochila que apretaba demasiado los hombros, otra que no daba el ancho de las caderas de la guagua… La que más duró fue una que compramos usada de muy buena marca y en perfecto estado, además del fular de tela que hice.
- Ir a probarla con el bebé y con los porteadores más probables. La altura de las caderas va a ser clave para los adultos, también el ancho de los hombros. Para los niños siempre tuvimos dificultades con la separación de las piernas, la altura del sillín o el espacio, mientras mayor sea la guagua más importante será esto último, especialmente si se camina con frío, se necesita espacio para algo de abrigo.
- Ajustes: mientras más posibilidades mejor: hombros, ancho del sillín, cintura del porteador, etc.
Puntos extra por cada uno de estos ítems:
- Bolsillos alcanzables con las manos: algunas mochilas no tienen dónde poner ni siquiera un chupete y obligan a pedir ayuda constantemente.
- “Pies dormidos”: en las mochilas de espalda, cuando los niños son más grandes, se duermen fácil las piernas cuando van colgando. Algunas tienen aparatos especiales para apoyarlas, otras tienen espacios entre los fierros que permiten apoyar los pies y mejorar la circulación.
- Fácil de limpiar: algunas van directo a la lavadora, otras no pueden desmontarse y hacen muy difícil la limpieza.
- Tamaño que ocupa: especialmente las mochilas de fierro, ¿cuánto espacio necesita para trasladarla?
Y, por último, lo que parece importante pero que según nuestra experiencia no lo es:
- Cubrecabeza: Nunca nos ha funcionado el techo que traen algunas mochilas. Siempre llega el sol desde otro ángulo, o se destruye al trasladarla. Si es muy cerrado le falta ventilación en días calurosos. Tal vez un techo incorporado de pone y saca para sol o lluvia debe ser agradable, pero no lo hemos probado nunca.
- El peso de la mochila: personalmente no me cambia mucho. Si la guagua va feliz se siente como una pluma y mientras más grande el niño menos importan esos 2-3k de diferencia. Además siempre hay que tomarse el acarreo como una oportunidad de entrenamiento: ¡más kilos harán piernas más fuertes en el futuro!